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El incidente relacionado con el hackeo del puente Wormhole en febrero de 2022, en el que se sustrajeron 321 millones de dólares en criptomonedas, no solo se mantuvo como uno de los ataques más significativos en la industria de las criptomonedas, sino que además, recientemente, ha vuelto a ser centro de atención. Esta vez, debido a un airdrop realizado por Wormhole que, inicialmente, catalogó al hacker responsable del robo masivo como elegible para recibir una cantidad significativa de tokens W. Este hecho pone de relieve los desafíos y riesgos asociados a la gestión de airdrops y la seguridad de los protocolos blockchain.
Wormhole anunció el 3 de abril un airdrop de más de 675 millones de tokens W, valorados en aproximadamente 850,000 dólares a precios actuales, para usuarios elegibles. No obstante, se descubrió que ciertas direcciones de billetera asociadas con el hackeo estaban, en un principio, habilitadas para reclamar tokens del airdrop. De acuerdo con un investigador bajo el pseudónimo Pland, esto significaba que el hacker podría haber reclamado alrededor de 31,642 tokens W, equivalentes a 50,000 dólares. Aunque las investigaciones posteriores demostraron que estas direcciones de billetera ya no eran elegibles, el episodio subraya la importancia de realizar comprobaciones exhaustivas durante la planificación y ejecución de airdrops en la esfera cripto.
En cuanto a la repercusión inmediata de este airdrop en el mercado, el token W se estrenó a 1.66 dólares en la exchange descentralizada (DEX) basada en Solana, OpenBook, alcanzando una capitalización de mercado de 3 mil millones de dólares y un valor totalmente diluido de 16.5 mil millones de dólares. Sin embargo, la alta demanda generó una congestión significativa en OpenBook, lo que llevó a informes de inaccesibilidad por parte de varios usuarios. Este hecho resalta tanto el interés creciente en el token W como los desafíos técnicos que pueden surgir con el lanzamiento de nuevos activos digitales en plataformas descentralizadas.
La vulnerabilidad explotada por el hacker en 2022 para llevar a cabo el robo masivo del puente Wormhole, que conecta las blockchains de Ethereum y Solana, fue un golpe contundente para la comunidad cripto. Sin embargo, la respuesta de la infraestructura Web3 y la plataforma de finanzas descentralizadas (DeFi) para llevar a cabo un “contra hackeo” y recuperar 225 millones de dólares en activos digitales muestra una resilencia impresionante frente a estos desafíos. Asimismo, las iniciativas de Wormhole para mejorar su seguridad, incluyendo programas de recompensas por encontrar bugs y auditorías de terceros, reflejan el compromiso continuo por asegurar su ecosistema y brindar mayor confianza a sus usuarios.
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